viernes, 8 de noviembre de 2013

A cerca del Foro de Políticas Públicas de Juventud y Desempleo Juvenil realizado en EAFIT

El pasado jueves 7 de Noviembre de 2013 se celebró el Foro de Políticas Públicas de Juventud y Desempleo Juvenil convocado por el Representante a la Cámara por Antioquia Juan Valdes. Tal evento fue realizado desde las horas de la mañana en la Universidad EAFIT. Los ponentes de esta iniciativa fueron entre otros la Directora General del SENA Gina Parody, la nueva Secretaria de Juventud de Medellín Valeria Mejía, el Director Nacional del Programa Presidencial Colombia Joven Gabriel Gómez, entre otros representantes de distintas autoridades que trabajan el tema que convocó dicho evento.

Llamó la atención que cada forista invitado dedicó el tiempo que se le dispuso sin tener alguna hilaridad temática. Valeria por ejemplo, sin ahondar mucho en políticas públicas juveniles aplicadas en el tema de desempleo, hizo una breve exposición de algunos de los resultados del Índice de Desarrollo Juvenil del cual se viene hablando desde hace un par de años e invitó a profundizar en investigación e innovación relacionando los asuntos de juventud. Gina hizo hincapié en el esfuerzo realizado en el SENA por acercarse a las empresas del sector privado para concertar con ellas los modelos de capacitación y los escenarios de actuación laboral bajo un enfoque de pertinencia, Gabriel hizo una especie de ejercicio motivacional a los jóvenes que por lo menos en el recinto no estaban presentes mayoritariamente y fue justamente ahí cuando caí en cuenta de un gran error metodológico en el evento. ¿Quién tiene toda la autoridad para pensarse la juventud, lo que es, lo que no es y debería ser si no son los propios jóvenes? Vale el acompañamiento y aporte de otros grupos etarios, no se trata de desmeritar un esfuerzo por visibilizar un tópico con absoluta pertinencia, pero… los temas de juventud deben ser hablados necesariamente con la participación activa de los jóvenes, lastimosamente no fue así como sucedió.

Cuando leí sobre la realización del foro tenía la esperanza de que se abarcara un tema en el que me he sentido convocado durante las últimas semanas; el de las políticas de primer empleo, especialmente en las instituciones del sector público, pues son muchos jóvenes que se gradúan en la educación superior formal y no logran participar en las oportunidades de ocupación principalmente bajo dos excusas, la falta de experiencia laboral y el poco tiempo de graduación. Se preguntarán posiblemente qué se encubre bajo tales fundamentos que lapidan día a día las opciones laborales de miles de jóvenes en Colombia. Ambos condicionantes están asociados a la supremacía de un enfoque del discurso juvenil que ve a los jóvenes bajo un estereotipo asociado a la crisis, la poca estructuración mental, inestabilidad emocional y la permanente búsqueda de identidad, rasgos que a primera impresión previenen a cualquier empresario independientemente del sector productivo en que se encuentre, puesto que seguramente no está dispuesto a contratar a una persona que simbolice riesgo e inestabilidad en la organización que representa. Todo lo anterior me lleva a concluir que el joven aún está visto desde un modelo peligrosista, incluso en la Ciudad de Medellín, la cual ha evolucionado en sus perspectivas de atención y diálogo con la población juvenil.

¿Qué vamos a decir cuando nos pregunten por qué los números de desempleo juvenil en el país duplican las cifras nacionales tal como lo mencionaron reiteradamente los foristas? ¿Con qué cara puede mirar Medellín a tantos jóvenes que hacen bien las cosas, que han sacado adelante sus sueños a través del camino del esfuerzo? ¿Cómo vamos a exonerarnos de nuestra obligación moral, cuando vanagloriamos el elogio a la dificultad de Zuleta? ¿Si la forma de ver y entender a los jóvenes ha cambiado en Medellín por qué le seguimos el juego a un escenario prejuicioso, de negaciones y estigmas? ¿Por qué le vamos a exigir a los jóvenes cambiar sus propios sesgos si no transformamos el pensamiento adulto de exclusión poblacional?


Así como se han unificado esfuerzos para lograr revertir las visiones del mundo que han predominado durante décadas en el imaginario colectivo de muchos jóvenes de la Ciudad dónde lo ilegal es todavía una opción, debe existir también un pacto concertado que desmitifique el prototipo de juventud que tenemos arraigado. 

Es hora de ponderar otros discursos, de volver a creer en los jóvenes, en sus capacidades de cambio, debemos verlos cómo agentes de transformación que cuentan con la vitalidad, el dinamismo y la capacidad de adaptación que los contextos actuales nos exigen. Los empresarios tienen que ver en los jóvenes un marco de oportunidades y no de amenazas. ¿Quién puede ayudar a romper ambientes laborales anticuados o estáticos nocivos para cualquier organización si no son los jóvenes a través de su innovación? Es hora ya de buscar las herramientas legales necesarias para facilitar el acceso de los jóvenes profesionales, técnicos y tecnólogos a puestos de empleo, y son las instituciones oficiales quienes deben dar el ejemplo.

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